mercoledì 10 giugno 2009

LA MONETACION DEL PUEBLO MAPUCHE

El grupo étnico mapuche, en la actualidad compuesto por alrededor de 1.000.000 personas (casi todas residentes en Chile, donde constituyen alrededor del 12% de la población), representa el único pueblo amerindio que ha logrado oponerse con éxito a la conquista española.
Después de una primera derrota en los primeros años de gobierno colonial, desde 1598 se produjo una rebelión general de todos los clanes mapuches, que en siete años llevó a la destrucción total de todas las ciudades fundadas por los españoles en el sur de Chile.
Durante todo el siglo XVII, los numerosos intentos españoles para recuperar los territorios perdidos, incluso con la ayuda de los ejércitos ahora "desempleados" llegados desde Perú y Mexico, fracasaron y los mapuches lograron mantener su total independencia. Los españoles que murieron intentando conquistar el territorio mapuche representan aproximadamente el 95% de las pérdidas sufridas por los mismos durante todas las guerras coloniales: por lo mismo, el territorio mapuche fue definido "cementerio de los castellanos."
Este largo período bélico, donde los momentos de guerra se alternaban con aquelos de una relativa paz, sólo terminó a fines del siglo XVII con el reconocimiento por la corona española de una frontera entre las dos naciones (el río Bio-Bio), el intercambio mutuo de embajadores permanentes y el compromiso de los mapuches a permanecer fieles aliados de los reyes de España.



El nacimiento de la nación chilena (1810) pone en tela de juicio la independencia del Mapu, el territorio mapuche. En la primera mitad del siglo XIX, la región indígena no sólo representaba aproximadamente la mitad de todo el territorio de la naciente república de América del Sur, también era la más fértil y rica.
Durante las guerras combatidas por los chilenos para ganar su independencia de España, los mapuches, fiel a su compromiso con la Corona, en su mayoría apoyaron a la monarquía ibérica y se aopusieron a los chilenos. De aquí que, desde principios del siglo pasado, se inflama una sangrienta lucha entre chilenos y mapuche, que al comienzo fue episódica, para finalmente conviertirse en una verdadera guerra de frontera.
En 1858 un noble aventurero francés Orélie Antoine de Tounens llega al territorio mapuche. Es un idealista con un gran sueño: evitar que desaparezca la única nación indígena que sobrevivió a la conquista colonial europea. Se pone en contacto con los lonko (jefes) de los diversos clanes que componen el pueblo mapuche y, uno por uno, los convence a participar a la constitución de un reino y a proclamarlo rey de Araucanía y Patagonia: a cambio, les ofrece el apoyo del emperador francés, Napoleón III, para ayudarles en su lucha contra los chilenos. Nació así la Casa Real de Araucanía y Patagonia.
Sin embargo, la ayuda francés no llega y, juntos, los ejércitos chilenos y argentinos atacan el territorio mapuche y con una sangrienta campaña (que en la Argentina produce el exterminio casi total de los mapuche) el Mapu viene enteramente conquistado (1883). Los mapuches se ven obligados a vivir en reducciones, establecidas en las zonas geográficas más pobres y aisladas, mientras que las más ricos vienen ofrecidas a la colonización europea, especialmente alemana. Es así que se acaba la independencia mapuche, pero no su deseo de recuperar su libertad, que hoy es más fuerte que nunca.

Durante el breve reinado de Orélie Antoine, los mapuches acuñaron su propia moneda: no tanto para el uso diario, sino más bien como manifestación tangible de su independencia. Son unas monedas muy raras acuñadas en Berlín en 1874. Se conocen sólo unos pocos ejemplares, todos con aquella fecha: su valor nominal es de 2 centavos y de 1 peso, pero es posible que también había otros valores faciales y tal vez otras fechas.


De hecho hubo más emisiones, todas probablemente en cantidad limitada, como se desprende de las numerosas variedades conocidas: el valor, que viene expresado tanto en números cuanto en letras, y también las diferentes formas con que las ramas se entrelazan.

La Casa Real de Araucanía y Patagonia sobrevivió a su fundador, aunque de una forma un poco extraña. Nació en forma electiva por voluntad de los lonko, pero, por supuesto, considerva la sucesión dinástica, en cuanto era la esencia misma del concepto de monarquía. Sin embargo en 1878 cuando el rey muere, no tiene descendientes.
El Consejo de la Corona, en conformidad con las disposiciones de la Constitución promulgada en 1860, cita a sucederle su teniente: Gustavo Aquiles Laviarde D'Alsena. Cominza así el reino de Aquiles I (1878-1902) llamado "el diplomático" por sus incesantes esfuerzos para conseguir el reconocimiento de la legitimidad del Reino del Mapu (con algunos éxitos parciales en París donde creó su corte) y con aquel reconocimiento, también la ayuda militar para "liberar" el reino de la ocupación chilena, ayuda que nuna llegó.
Cuando se produce su repentina muerte, en 1902, Aquiles I no tiene hijos. Una vez más, al Consejo de la Corona se le pide elegir a un nuevo soberano en la figura de Ministro de Estado, Hipolite Antoine Gros, que reina con el nombre de Antoine II, pero para durante solo año, pues murió en 1903. La corona pasa a su hija, la reina Laura Teresa (1903-1916), y a la muerte de ella, a su sobrino, Jacques Antoine Bernard III-Gros (1916-1951). Este último tuvo tres esposas, pero de tantas alcobas sólo llegó una hija, la Duquesa de Niancalel, que no subió al trono. Este fue confiado a Boiry Felipe (1951-vivente).
Los dos últimos monarcas tomaron el título de Príncipe de la Araucanía, renunciando al título real.

Esta curiosa casa monárquica, que al final fue más electiva que hereditaria, desempeñó un papel cultural no indiferente, con el propósito de dar a conocer la existencia misma de la nación mapuche y el riesgo de la desaparición de su cultura, de hecho a menudo sofocada por todas los componentes políticas del Estado chileno.
La derecha, expresión del latifundismo, porque la cultura mapuche niega la propiedad privada de la tierra, y ésto tiene demasiado demasiado olor a "comunismo"; la izquierda, porque quiere reducir a un episodio de la lucha de clases un conflicto que es étnico y, por tanto, quiere “encasillar” al mapuche entre los trabajadores urbanos, y asimilar aquellos de las zonas rurales a los pequeños agricultores. De aquí que los mapuches siguen tomando muy en serio su Casa Real en el exilio, cuya corte se encuentra en La Cheze (Chourgnac d'Ans).
Felipe I podría ser llamado con razón el "príncipe numismático", ya que, con el propósito de reafirmar el deseo de autonomía de la nación mapuche, a partir de 1988 reanudó la acuñación de monedas en nombre del Reino de Mapu. Su único valor nominal es de 100 pesos, y se llevan a cabo anualmente en una aleación de níquel-plata, con unos pocos ejemplares en plata 999/1000, en paladio, en oro y en platino, a título de “ensayos”:



Todas las monedas acuñadas en los tiempos modernos, en su anverso tienen el perfil del príncipe Felipe. En su reverso, llevan un tema conmemorativo, con excepción de la primera emisión, la de 1988, que repite el dibujo de 1874.
La emisión del año siguiente, conmemora el viaje realizado por el príncipe en las provincias mapuche de Chile (las actuales VIII, IX y X regiones) y lleva en el reverso un mapa del antiguo territorio de Araucanía y Patagonia, diseñado por el artista francés Nancy Huard.
En el reverso de la emisión de 1990, viene representado el buque francés Entrecasteaux, utilizado en 1870 por el Rey Orélie Antoine para volver a entrar en el territorio mapuche, después de haber huido presionado por las tropas chilenas. El diseño es de Claude Huard y la moneda celebra también el 40º aniversario de la incoronación del Príncipe Felipe.


La emisión de 1991 fue dibujada por Nancy Huard, y representa a la bandera del Reino con el lema de la Casa Real: expecta dum rediero.



El V centenario del descubrimiento de América se convierte en la ocasión para conmemorar la lucha del pueblo mapuche para reivindicar su autonomía. Otra vez el diseñador es Nancy Huard, y viene representado el retrato del ñidol toki Quilapan, que fue el Ministro de Guerra de Orélie Antoine.
Con la moneda acuñada en 1992, se llega a la conclusión de una tipología.



Desde la emisión de 1993 hasta la de 1977, en el anverso se mantiene el mismo retrato del Príncipe Felipe de las emisiones anteriores, y en el reverso se vuelve a colocar el mapa ya empleado en la emisión de 1989: en cada año se conmemora uno por uno los soberanos de la casa de Araucanía y Patagonia.
A estas emisiones, se sumaron otras dos extraordinarias, conservando el mismo tipo: una en 1996 para conmemorar la boda del Príncipe Felipe (8 de septiembre de 1996) y otra en 1997, para el 70 aniversario de su nacimiento.

Antvwala (Alberto Trivero Rivera)